Pérdida inesperada ¿Puede provocar problemas?
Los síndromes durante el duelo.
Anteriormente explicamos un poco por encima algunos de los síndromes que pueden afectar a niños y adultos durante el duelo. Entre ellos se encontraba el síndrome de pérdida inesperada. En este artículo pretendemos explicaros más pormenorizadamente como nos afecta este síndrome, los efectos tanto físicos como psíquicos que nos produce y como tratarlos si se puede.
No somos psicólogos. Acudamos siempre a un profesional.
En todos los artículos en los que abordamos el tema del duelo hacemos siempre la misma advertencia. Todos tenemos amigos o familiares que han sufrido la pérdida de un ser querido. Este hecho puede haber sucedido hace más o menos tiempo. Si somos personas cercanas a él o ella habremos observado su evolución. Nosotros como legos en la materia lo único que podemos es ver si el proceso se desarrolla de una forma normal o no.
Queremos ayudar a esa persona. Nuestra ayuda siempre debe basarse en la compañía, el apoyo y el diálogo con ese ser querido. Pero sin duda se puede llegar a observar que el proceso no es correcto por múltiples causas.
Llegado ese momento es hora de acudir a un profesional. Quizás queremos actuar y estamos seguros de que se hace con buena voluntad, pero no somos psicólogos o psiquiatras. Convenzamos al doliente de la idoneidad de acudir a ellos.
¿Que es el síndrome de pérdida inesperada?
El síndrome de pérdida inesperada es una patología que se produce durante el duelo. El duelo, para ser tratado como tal, debe significar la pérdida de un ser querido para nosotros. La cercanía de esa persona para nosotros pueden ser tanto familiar como afectiva por otras razones.
Durante el duelo se producen una serie de etapas que ya hemos visto en nuestro blog. En ocasiones este proceso no culmina como debería.
El síndrome de pérdida inesperada se produce cuando el doliente, la persona que se queda y sufre el proceso de duelo, no estaba preparada para tal noticia.
Es evidente cuando nos podemos enfrentar a este proceso. Cuando un familiar o amigo fallece repentinamente. Puede darse el caso de un accidente de tráfico, de una enfermedad fulminante como es un ataque cardíaco u otra similar.
¿Es necesaria la muerte súbita para sufrirlo?
Pero no es necesario que la muerte sea súbita para que se produzca este hecho. Pongámonos en el caso de que vivimos muy lejos de dicha persona y por la causa que sea no recibimos noticias en mucho tiempo. Si de pronto nos enteramos del fallecimiento de esa persona es posible que adquiramos el mismo síndrome.
Existe también una posibilidad que parte de un precepto totalmente contrario. A veces cuando alguna persona sufre una larga enfermedad y finalmente muere se puede producir este síndrome.
Os preguntareis como puede pasar. Se produce normalmente en la persona que cuida habitualmente del enfermo. Personas que han sufrido el síndrome de pérdida inesperada de esta manera relatan su caso. Explican que debido a que estaban continuamente y durante muchas horas con el enfermo, fueron incapaces de ver la evolución de la enfermedad y el fatal desenlace.
Este último caso también es favorecido por el silencio en el entorno familiar. La información entre unos y otros no es compartida, o al menos comentada. Esto se refleja en que cada uno vive el hecho a su manera pudiendo por tanto tener reacciones muy dispares.
Patología del síndrome de pérdida inesperada.
El síndrome de pérdida inesperada tiene unas características muy específicas. Un profesional identificará rápidamente sus rasgos y lo diagnosticará con claridad.
Como ya dijimos el síndrome de pérdida inesperada se caracteriza por un estado de shock más largo de lo habitual que provoca que nuestras reacciones, a nivel emocional, no sean las adecuadas para completar el duelo. Vamos a ver sus rasgos principales.
Sensación de irrealidad.
Es muy habitual que en los primeros momentos tras la muerte de un ser querido el dolor no aparezca. Durante el funeral el doliente aún no es consciente de las consecuencias de la pérdida.
Perder a un ser querido provoca que todo lo que hasta entonces era habitual en nuestra vida diaria, en nuestras relaciones personales y sociales, cambie. Este hecho en un proceso de duelo no complicado llevará posteriormente a ir pasando todas las etapas.
En el síndrome de pérdida inesperada lo que sucede es que el doliente entra en una fase de sensación de irrealidad. Esta reacción humana no es más que un mecanismo defensivo de nuestra mente para ayudar a aceptar lo que ha ocurrido. Debemos respetar los tiempos de cada persona siempre que no sean excesivos. En este caso y por las características del fallecimiento esta fase siempre es más larga.
A veces a medida que pasa el tiempo se suceden episodios de tranquilidad y serenidad, como si no hubiera pasado nada, con otros en que se ven sacudidos de pronto por la realidad. En estos últimos sienten una sensación de vértigo, de estar viviendo una pesadilla.
Síndrome de pérdida inesperada y sentimiento de culpa.
Aceptar que no controlamos todo también es duro. El doliente comienza a intentar observar que podría haber hecho para evitarlo. Se le pasan por la cabeza miles de ideas. «Podría haber conducido yo» o «podría haberlo esperado».
La idea de que hay cosas que no se pueden manejar es muy difícil de entender. La muerte es algo que se escapa a nuestro control como el agua en las manos. El proceso de duelo debe llevar a cualquier persona a entenderlo y superarlo.
Hay que ayudar desde el principio.
En estos casos es muy importante como se recibe la noticia. Cuando he estado investigando sobre el tema me he dado cuenta de un detalle. Dar la noticia de una muerte repentina debe seguir un procedimiento muy parecido al de dar la noticia de la muerte a un niño.
Está claro que no es lo mismo recibir una noticia de tamaño calibre por teléfono o mensaje de forma impersonal que poco a poco y a través de alguien conocido.
Como personas cercanas conocemos a nuestros familiares y amigos. Por ello sabremos mejor que nadie cual es la forma de comunicarlo.
Pero antes de empezar un consejo. Lo mejor es hacerlo en un lugar tranquilo y discreto. La persona debe tener un ambiente sosegado que le permita que una vez que ha asumido el hecho pueda expresar sus sentimientos de la manera que desee.
Habrá personas que no reaccionen en ese momento. Pero podemos encontrarnos el caso contrario y manifestar de forma ostentosa su rabia.
Y como dijimos antes. Si el proceso de duelo no sigue su curso acudamos a un profesional que nos ayude.
